Con la presentación de Aca Seca Trío el domingo 19 de agosto, en ATE - Centro Cultural Casa España, se inaugura un ciclo de recitales que traerá a la ciudad, a cuatro de los indiscutidos referentes de la música argentina de estos tiempos.
Igual que el algarrobo, hay una música argentina que brota en todas partes: del llano a las alturas, de la aridez a los litorales. Rumorea en la soledad del campo y verdea en recodos urbanos. Cuanto más hunde su raíz, mayor fuerza encuentra al elevarse. Y a su abrigo crecen las semillas que preservan un modo de vivir, en un lugar y un tiempo.
Árbol y música, son pulsión vital y memoria. Mensaje y misterio. Pensamiento de la tierra y voz de ese hombre efímero que, en forma de canción, consigue trascendencia.
De allí que escuchar estas músicas sea como poner la oreja sobre la tierra. Porque esos sonidos hablan de nosotros. Encierran los pasos de hombres que anduvieron antes esos mismos paisajes y, en su derrotero, se hicieron preguntas, sufrieron y gozaron. Y al pensarse, se expandieron para legarnos su mensaje.
Pero, igual que el árbol que crece solitario a merced del viento, estas músicas cultivan una riqueza muchas veces subterránea y, por tanto, otras tantas, desconocida. Mientras en la superficie, el vértigo, el ruido y el mercadeo de las manifestaciones humanas imponen sus condiciones, hay artistas de overol que abren nuevos caminos para resguardar la libertad de sus creaciones.>
Esas músicas contribuyen a la supervivencia de las culturas regionales. Porque preservan sus colores, su poesía, el caracter de sus gentes y el ritmo latente en su paisaje. En su devenir, es posible hallar un huayno y un chamamé, una chacarera y una milonga, pero también una romanza y una improvización jazzera.
Igual que el algarrobo, hay una música argentina que brota en todas partes: del llano a las alturas, de la aridez a los litorales. Rumorea en la soledad del campo y verdea en recodos urbanos. Cuanto más hunde su raíz, mayor fuerza encuentra al elevarse. Y a su abrigo crecen las semillas que preservan un modo de vivir, en un lugar y un tiempo.
Árbol y música, son pulsión vital y memoria. Mensaje y misterio. Pensamiento de la tierra y voz de ese hombre efímero que, en forma de canción, consigue trascendencia.
De allí que escuchar estas músicas sea como poner la oreja sobre la tierra. Porque esos sonidos hablan de nosotros. Encierran los pasos de hombres que anduvieron antes esos mismos paisajes y, en su derrotero, se hicieron preguntas, sufrieron y gozaron. Y al pensarse, se expandieron para legarnos su mensaje.
Pero, igual que el árbol que crece solitario a merced del viento, estas músicas cultivan una riqueza muchas veces subterránea y, por tanto, otras tantas, desconocida. Mientras en la superficie, el vértigo, el ruido y el mercadeo de las manifestaciones humanas imponen sus condiciones, hay artistas de overol que abren nuevos caminos para resguardar la libertad de sus creaciones.>
Esas músicas contribuyen a la supervivencia de las culturas regionales. Porque preservan sus colores, su poesía, el caracter de sus gentes y el ritmo latente en su paisaje. En su devenir, es posible hallar un huayno y un chamamé, una chacarera y una milonga, pero también una romanza y una improvización jazzera.
Es que las influencias de las músicas de Latinoamérica y el mundo pasan por el tamiz de cada artista, para que resulte un "folclore" propio. Una expresión que, por ser de creadores de acá, se ampara en el follaje de la música argentina.
Sonidos del más acá
"Cuando apenas conocemos un árbol, sentimos placer en mirarlo, cuando comenzamos a examinar sus partes, nace nuestra inquietud por comprenderlo y cuando profundizamos en su estudio, nos asombramos ante el enigma de su actividad vital", dice Lorenzo R. Parodi. Lo mismo pasa con estas músicas que surgen y se desarrollan fuera de los circuitos convencionales de producción y difusión.
"Cuando apenas conocemos un árbol, sentimos placer en mirarlo, cuando comenzamos a examinar sus partes, nace nuestra inquietud por comprenderlo y cuando profundizamos en su estudio, nos asombramos ante el enigma de su actividad vital", dice Lorenzo R. Parodi. Lo mismo pasa con estas músicas que surgen y se desarrollan fuera de los circuitos convencionales de producción y difusión.
Estas músicas nacen rompiendo el molde. Cobijadas por un trabajo de investigación, un vínculo llano y permanente del artista con quienes escuchan, y una libertad que no admite concesiones, cobran otro sentido: recuperan esas voces lejanas que se van perdiendo, y sobre esa trama como información genética, comprenden la aventura musical contemporánea.
Aca Seca, Carlos Aguirre, Ernesto Snajer-Palle Windfeldt y Coqui Ortiz son referentes indiscutidos de la música argentina actual. En su mensaje está presente la herencia de los más fecundos compositores del folclore argentino de diversas regiones, pero también se escuchan los matices de la sonoridad universal.
Desde agosto y hasta noviembre, llegarán a Santa Fe en el marco del ciclo "Vertientes, sonidos del más acá", organizado por el programa "Caja de resonancia", que se emite los jueves de 23 a 24 por LT 10 y la Asociación Trabajadores del Estado (ATE). (Invitan: LT 10, Dirección de Cultura UNL, Shagrada Medra y Sacále el Jugo).
El Centro Cultural ATE-Casa España, ubicado en Rivadavia 2871, será un espacio de encuentro con estas propuestas, donde se esfuman las fronteras entre lo "académico" y lo "popular", y donde cada creador hace su aporte a un sonido en construcción. Esto hace de la música argentina, una expresión viva, con vertientes particulares en cada región, que se van alimentando en forma permanente con el trabajo de los artistas.
(fragmento, nota revista Nosotros sábado 11 de agosto. Gabriela Redero)
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